Las lámparas con tejidos de amianto

En una era donde la electricidad reina supremamente es interesante remontarse a periodos donde la oscuridad lo hacía. Antes de la invención de las bombillas eléctricas, se usaban faroles u otros elementos con fuego, pero requerían de constante investigación para encontrar el material adecuado para que la mecha ardiera de manera constante y segura y conseguir una lámpara perpetua. Su invención se remonta a tiempos antiguos y suponía un arte encontrar las telas perfectas para encender estas lámparas y así controlar la oscuridad.

En esa época en la que las velas y las lámparas de aceite eran las protagonistas de la iluminación, se requería de una forma eficaz para encenderlas. Así, las telas y los tejidos se convirtieron en una solución ingeniosa para este propósito. Estas telas, generalmente estaban hechas con algodón o lino y eran empapadas en sustancias inflamables como aceite o grasa animal. Una vez eran encendidas, esas telas brindaban iluminación durante horas, proporcionando una llama firme.

A medida que avanzaba la tecnología, también lo hacían las telas que se usaban como mecha para encender estas lámparas. Desde paños de lino sumergidos en aceite de oliva en la antigua Grecia hasta las mechas de algodón sumergidas en aceite de ballena en el siglo XIX pasando por tejidos confeccionados con fibras de amianto.

En definitiva, el corazón de la técnica era la mecha, una parte esencial de la lampara que permitía que el fuego se mantuviera ardiendo por mayor o menor tiempo. Por ello, las telas utilizadas como mechas en lámparas, eran elegidas cuidadosamente por su capacidad para absorber y retener el combustible líquido. Además, estas mechas podían ajustarse para controlar la intensidad de la llama, lo que proporcionaba un nivel adicional de control sobre la iluminación.

Lámparas inextinguibles

Cuando se comenzaron a usar telas ataviadas con fibras de asbestos como material principal de las telas de las lámparas, estas adquirieron el nombre de lámparas inextinguibles ya que las telas elaboradas con fibras de amianto no se quemaban, y ardían continuamente.

Se cree que este tipo de lámpara fue usada para dar luz en dos maravillas del mundo antiguo como fueron el faro de Alejandría o las pirámides de Egipto. Esta última creencia viene de que cientos de años después de que las pirámides permanecieran cerradas, una vez abiertas, la luz de las lámparas seguían encendidas.