La fibrosis pulmonar o asbestosis

En España, el uso del amianto o asbesto se prohibió definitivamente en el año 2002 debido a su toxicidad para los seres humanos. Es más, la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera el amianto como uno de los carcinógenos ocupacionales más relevantes. Esta afirma, también, que el asbesto provoca en torno a la mitad de las muertes por cáncer profesional. El riesgo de este mineral reside en las fibras que lo componen, ya que su inhalación es lo que ha causado, y sigue causando, miles de muertes en todo el mundo. 

Son varias las enfermedades que provoca la inhalación de dichas fibras, especialmente pulmonares: cáncer de pulmón, cáncer de pleura (mesotelioma) o asbestosis. Asimismo, encontramos otras enfermedades que son menos frecuentes como el cáncer de laringe o de ovario, así como de colon o rectal. No obstante, estos últimos son los menos comunes y los que aún se encuentran en estudio para determinar si la causa directa ha podido ser el amianto, aunque todo apunta a que sí es así. 

La asbestosis consiste en una enfermedad pulmonar crónica que puede derivar en un cáncer o en una enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). Esta patología suele aparecer tras una exposición continuada a las fibras de amianto, es decir, es muy improbable que se genere a raíz de un contacto aislado. Además, diversos estudios establecen una cantidad mínima de entre 25 y 100 fibras/ml al año. La inhalación de estas genera la formación de cicatrices en el tejido pulmonar, lo cual deriva en dificultad para respirar. Esto consiste en que algunas de las fibras inhaladas pueden llegar a ser transportadas a los alveolos, que es donde el oxígeno se intercambia por el dióxido de carbono en la sangre. Las fibras, al cicatrizar el tejido pulmonar, provocan que los pulmones se vuelvan más rígidos y, por tanto, al paciente le cuesta respirar. 

 

Síntomas de la fibrosis pulmonar o asbestosis

El periodo de latencia de esta enfermedad (es decir, el tiempo que transcurre desde la exposición inicial hasta la aparición de los primeros síntomas) suele ser bastante prolongado (varía entre los 10 y los 40 años). Por su parte, la gravedad de los síntomas también puede ser diferente. Entre estos encontramos:

  • Tos seca y persistente. 
  • Dificultad para respirar.
  • Pérdida del apetito acompañada de pérdida de peso. 
  • Dolor u opresión en el pecho. 
  • Ensanchamiento de los dedos de las manos y los pies, también conocido como “palillos de tambor”. 

A pesar de que algunas variedades de amianto se prohibiesen en España a partir de la década de los 80 y, finalmente, se prohibiesen todas las modalidades en el año 2002; muchos trabajadores estuvieron expuestos descontroladamente a este material. Este es el caso de los mineros del asbesto, los trabajadores de los astilleros, trabajadores ferroviarios o de construcción de edificios; entre otros. 

El riesgo de contraer asbestosis está estrechamente relacionado con el tiempo de exposición al amianto. Es decir, cuanto mayores sean la inhalación de fibras, el tiempo de exposición y la cantidad de fibras, mayor será la posibilidad de contraer esta enfermedad. Asimismo, también encontramos la exposición pasiva. Esto se da entre los familiares de los trabajadores con amianto y, aunque es menos frecuente, es un problema que ha seguido persistiendo, especialmente entre las esposas de los trabajadores, las cuales lavaban los monos de trabajo. Por ello, al tener fibras de amianto en la ropa, se generaban una contaminación ambiental en los hogares de los trabajadores. Esto ha provocado la muerte de muchas de las esposas de los trabajadores sin haber tenido estas, supuestamente, contacto directo con el amianto.  Es más, algunos estudios afirman que tan solo en 2016 (datos más actualizados) fallecieron en todo el mundo a causa de la asbestosis alrededor de 24.000 personas. A esta cifra se les suman otros miles de fallecidos debido a otras patologías provocadas por el amianto.