El amianto en la industria naval

Las propiedades físico-químicas y el bajo coste del amianto han ofrecido a la industria un material con un gran abanico de aplicaciones, utilizándose en casi 3.000 productos en el mercado. El sector de la construcción naval es, después de la industria del cemento-amianto, el sector donde el amianto se ha empleado con mayor asiduidad, debido a sus características termoaislantes, ignífugas, antiabrasivas, propiedades de resistencia mecánica, térmica, química y biológica, propiedades de aislamiento acústico, por la posibilidad de mezclarse con otros productos, como la pintura o el cemento, y su fácil aplicación.
Aunque en el año 2000 se declara prohibido el uso de amianto en nuevos barcos, la prohibición no entró en vigor hasta 2002. Actualmente, la edad media de las naves en circulación en el mundo se estima en veinte años, por lo que se puede prever la presencia de materiales con amianto a bordo.

Lugares donde se ha empleado el amianto

En la industria naval, el amianto se ha empleado en:
Recubrimiento de motores, para protegerlos del sobrecalentamiento.
Aislamiento, en colectores y escapes de motores o conducciones de agua, aire y vapor, sistemas contra incendios, etc.
Materiales de fricción, como embragues y frenos de máquinas.
En cuanto a la localización de estos materiales en los barcos, se puede destacar la zona de máquinas como el principal foco de contaminación, si bien las conducciones de agua de las zonas de uso común también se han detectado como foco de amianto. Las variedades más utilizadas son el crisotilo, la amosita y la crocidolita, esta última empleada principalmente en materiales de fricción.
En los barcos, el amianto se puede encontrar tanto en forma compacta (fibras englobadas en otro material) como friable (las fibras se desprenden al contacto).
En forma compacta se puede encontrar en el vinilo-amianto, muy usado en la realización de suelos y pavimentos. Estos materiales, si están bien conservados, difícilmente desprenden fibras.
Como material friable se encuentra el amianto proyectado o rociado sobre estructuras metálicas contra el fuego o el utilizado para el aislamiento de tuberías y conductos. En estos últimos, el exterior de la parte friable es recubierta con tejidos para retener el amianto en la superficie del conducto a aislar.
El estado de conservación de los materiales influye sobre la friabilidad y la facilidad de liberar fibras de amianto al aire, de manera que un material originariamente compacto puede asumir características friables debido al deterioro por el paso del tiempo y el uso. En el interior de los barcos, especialmente en la zona de máquinas donde se localiza el mayor uso de amianto, se producen vibraciones debidas al funcionamiento de las máquinas y fuertes corrientes de aire debidas a las instalaciones de ventilación que garantizan niveles de temperatura aceptables.
Se estima que cada barco construido con amianto puede contener una media de 6 toneladas de este material, por lo que pueden ser considerados los “contenedores” más grandes de materiales con amianto. Esto supone que las operaciones de reparación y desguace de buques sean consideradas actividades de alto riesgo de exposición al amianto. Asimismo, puede afectar a cientos de miles de personas que embarcan, entre pasajeros, operarios de seguridad, trabajadores, etc.